En forma

Ocho fallos habituales a la hora de correr

Lo intentaste una vez, pero fue horrible. Te habías comprado todo el equipo: las mallas, camiseta isotérmica, un brazalete para el smartphone. Y allá que fuiste, al parque, a correr como si no hubiera mañana. Pero sí hubo mañana. Vaya que si lo hubo.

Un día en el que las agujetas apenas te dejaron dar dos pasos seguidos; en el que cualquier movimiento te colocaba en la antesala de la muerte. Y, por eso, lo dejaste todo y juraste que no volverías a correr jamás, ni para coger el autobús. Pero tal vez cometiste alguno de los típicos errores en los que todo el mundo cae cuando se asoma al mundo del running. ¿Quieres salir de dudas? Sigue leyendo.

Estableciste metas inalcanzables

Un fallo muy habitual. Se suele comenzar con todo el ánimo del mundo, esforzándonos al máximo, y olvidamos que empezar haciéndolo poco a poco. Si desde el primer día nos ponemos al límite, las agujetas no nos dejarán vivir y nos empujarán a abandonar el ejercicio. Por eso, debemos aumentar la intensidad progresivamente, escuchando a nuestro cuerpo.

No elegiste bien tu equipamiento

El calzado es fundamental; si sales a correr con unas zapatillas de paseo, minarás poco a poco la fortaleza de tus pies y articulaciones. Y eso se traduce en dolores y, al final, en abandono. Por eso conviene dejarse asesorar y hacer una inversión que, aunque quizá nos parezca fuerte, velará por nuestro bienestar.

Frenaste de inmediato

Otro sinónimo de fatiga y una práctica desaconsejable. Hay que acostumbrar al cuerpo, poco a poco, al ejercicio, pero también al paso de la actividad al reposo.

Por eso, aunque lo que más apetezca nada más terminar de correr es sentarse o tumbarse, siempre será mejor dar un pequeño paseo hasta casa o, en todo caso, no cortar abruptamente el movimiento. Sólo así se pueden prevenir los mareos e incluso los desmayos.

No calentaste

Mal hecho: Calentar al principio es fundamental para practicar cualquier ejercicio, también los de resistencia. Dedicar un tiempo para estimular los músculos prevendrá lesiones y otros problemas.

Tampoco estiraste

Casi peor: No estirar al final es sinónimo de agujetas. Aunque resulte tedioso, hay que dedicar al menos cinco o diez minutos a destensar los músculos, manteniendo la tensión unos 20 segundos por estiramiento y repitiendo hasta que sintamos que esa tensión se ha rebajado.

No te hidrataste durante el ejercicio

Lo adecuado es beber unos 250 mililitros de agua cada 15 minutos de ejercicio y  también disuadirse de consumir bebidas energéticas después de correr: Lo adecuado es el agua o las bebidas deportivas que nos permiten recuperar los niveles de minerales; las energéticas únicamente aumentan nuestro ritmo cardíaco, cuando nosotros queremos precisamente lo contrario.

Cenaste hasta morir

Porque te lo habías ganado. Habías quemado mil millones de calorías y habías sudado el equivalente a 18 garrafas de cinco litros. Por eso, hamburguesa. Error: No es que sea negativo o que te vaya a afectar a la salud; simplemente, tirará por tierra tus esfuerzos. Por ello es aconsejable  configurar una dieta adecuada para cada objetivo.

Hay que elaborar un plan complementario, atendiendo a si queremos ganar masa muscular, perder peso… La alimentación es tan importante como el ejercicio, y como tal hay que cuidarla.

Ahora, echa la vista atrás. ¿Cometiste alguno de estos errores? Quizá sea el momento de darte otra oportunidad. Y piensa que todo irá más o menos bien siempre que no corras igual que Phoebe.